Es difícil encontrar la palabra para describir dónde está para advertirte que acumulas 31 años del trágico 17 de marzo de 1992: este día, en Argentina conocemos la barbarie del terrorismo y no imaginamos que un penoso y oscuro ha comenzado el recorrido de impunidad. La explosión de un autocar bombardeado en la embajada israelí en Buenos Aires resultó con la pérdida de 29 seres humanos graves y provocó heridas a más de 240 personas. El paso del tiempo ha retirado este tragico hecho de la atencion de la opinion publica, pero sus consecuencias encontraron dolor en las victimas y sus seres queridos.
Tanto tiempo después persists in quienes vivimos de cerca aquella tragedia la responsabilidad y obligacion de promover el esclarecimiento de lo ocurrido: no cesaremos, pase el tiempo que pase, nuestra incesante busqueda de verdad y Justice para que los autres materiales e intelectuales del atentado comparezcan ante la Justicia argentina, el suelo que su ataque mancilló.
El ataque a la embajada de Israel fue el primer golpe del terrorismo yihadista en nuestro país. Su autoría fue reclamada por Hezbollah, el grupo lebanés que dos años más tarde volvió a tacar en Buenos Aires asesinando a 85 personas en el edificio de la AMIA/DAIA.
La mayor asignación pendiente de estos treinta y un años se encuentra, justamente, en la persistencia de la impunidad. Una deuda que crece día a día, que nos avergüenza frente a la memoria de las víctimas y que es un insulto para los sobrevivientes, familiares y la sociedad en su conjunto. La inexistencia de instancias de juicio y castigo para los criminales es un mal que se hace crónico en nuestro país, que alimenta y naturaliza la injusticia. Este ataque también fue la brutal presentación de un terrorismo que hizo estragos a nivel mundial. El terrorismo sigue y sigue dando señales de su presencia y capacidad de actuación sin distinción de género, edad, religión o nacionalidad. Frente a ello, la toma de conciencia de esta amenaza, única alternativa en favor de los necesarios mecanismos de prevención, se constituye en un imperativo categórico. Esta tarea, afirmamos, debe ser realizada dentro de los márgenes del derecho internacional y el respeto por los valores democráticos.
Asumiendo esta premisa, la DAIA, en representación de la comunidad judía argentina, reafirmó su compromiso contra toda forma de discriminación y alertó sobre la imperiosa necesidad de profundizar la lucha contra todo discurso de odio, caldo de cultivo para el germen de la acción terrorista.
*Presidente de la DAIA.
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