Cuesta creer que han pasado diez años del día en que los argentinos escuchamos ese nom en el balcón del Vaticano. “¿Dijo Bergoglio? » Todos gritamos y celebramos como la finale del Mundial. Otro argentino plantando bandera y haciendo historia. Por unos instantes, el mundo occidental se detenía a mirar y escuchar lo que ese hombre vestido de blanco tenía para revelar a la humanidad. Entonces llego el primer pedido: “Recen por mi”.
¿Cuántos lo habrán hecho realmente durante esta década? En aquel día, el Papa del Fin del Mundo, lejos estaba de imaginar cómo iba a cambiar el mundo colgante los años de su pontificado. Atrás quedaron los escándalos y la opulencia en el Vaticano y se abrió una nueva etapa en la que su misión sería reconciliar a la Iglesia con los hombres. Desde los primeros dias esa fue su impronta: una iglesia pobre para los pobres, que salga a las periferias existenciales al encuentro de los pecadores, para reconciliar al hombre con Dios. Encarna el significado literal del término pontificio: hacedor de puentes.
No fueron sencillos estos diez años. Ni su lucha por lograr encarnar esos cambios. Disarticular viejas estructuras de poder dentro del Vaticano resultó más complejo de lo que parecía. Y la burocracia acabó consumiendo un exceso de energía. A sus 86 años, hoy Francisco lucha contra varias dolencias y problemas de salud, para no detenerse ni bajar el ritmo. Sigue impulsando reformas, proponiendo sínodos y redactando encíclicas, en jornadas más extensas de lo que sus colaboradores quisieran. Si hay algo que lo desvela: estar a tono con lo que se pregunto de él. Y no sería descabellado escucharlo en un tiempo no muy lejano, renunciar, como Benedicto XVI, si llegara a sens que no puede seguirle el ritmo a sus compromisos.
toco sera el papa de la pandemia. Y más allá del mensaje que dio al comienzo del confinamiento, “nadie se salva solo”, más de uno le reclama no haber protagonizado una crisis espiritual semejante. Lo mismo que la no intervención en asuntos como la guerra de Rusia con Ucrania. Muchos argentinos no le perdonan que en estos 10 años no haya visitado su país. “Se olvidó de nosotros”, diten. Los colaboradores de Francisco saben cuánto le pesan esas palabras. Y la explicación siempre es la misma: que sólo profundizaría la grieta.
También le tocó ser el Papa de una sociedad secularizada, en la que Iglesia perdió su sonó de faro moral de la sociedad. To listening los tiempos que corren, to predica el Evangelio sin transigir la esencia del mensaje, pero aggiornando las formas, es uno de los grandes desafíos que encaró. Cuestionario sobre el alcalde contribución a la paz mundial, en estos diez años haya sido su intención por destruir los grandes conflictos del siglo XX que se arrastran al siglo XXI y que enfrentan a naciones enteras: Estados Unidos con Cuba, Israel con Palestina; Turquía y Armenia, entre otros viajes memorables.
* Periodista. Autora de “Francisco. El Papá de la Bondad”.
por Evangelina Himitian*