Lucio y Fernando, y el futuro asesinado

Según puede leerse en Vigilante y Castigar, de Michel Foucault, Damiens, condenado el 2 de marzo de 1757 en la puerta principal de la Iglesia de Paris, fue atenazado, quemado y descuartizado. En aquellas épocas, los suplicios públicos tienen dos intenciones; a, castigar al delincuente oa toda aquella persona que desafiara las leyes de la época; el otro, enseñar el puebloal público asistente, qué sucede, o qué les puede suceder, cuando se transgrede, cuando se hace lo que no se debe hacer.

Con el paso de los años, y el nacimiento de la prisión, cuando se comprueba un delito, se castiga con el encierro, con la pérdida de la libertad, se paga con la reclusión del cuerpo por el tiempo que dure la condena. Y las plazas públicas de hoy son los medios masivos de comunicación, las redes sociales, la televisión, donde el pueblo se manifiesta y puede seguir los pasos del juicio y la condena, y, como en el crimen de Lucio Dupuy y Fernando Báez Sosaver los cuerpos, los rostros, las expresiones y las palabras de quienes están siendo juzgados por los asesinatos.

Se celebran las condenas, pero Con acotar la libertad de los culprits no se paga el dano causado a las victimasa los seres queridos ya la sociedad. Nadie se lo revela a Lucio, a Fernando, a tantas mujeres y hombres que fueron y son asesinados. Tampoco reinstala el ojo por ojo, diente por diente, en breve el mundo estará lleno de personas ciegas y desdentadas. Y menos matar a quien mata, porque solo quedará una comarca de asesinos.

Caso Lucio Dupuy 20230202

La justicia de ayer, como la actual, en el sentido más estricto, tiene el mismo espíritu, el mismo fin, aunque las sean diferentes: castigos ejemplares para los culpablesy poner en aviso a la sociedad acerca de las leyes, lo permitido y lo prohibido, lo que esta mal y hace mal para el buen vivir en comunidad.

«Involucra aunque tengas miedo»: la emotiva carta de un amigo de Fernando Báez Sosa horas horas del veredicto

En los casos mediáticos de Lucio y de Fernando (hay muchos más, invisibilizados) condensa todo lo que está mal en esta sociedad: el machismo y el racismo, el abuso sexual, el maltrato físico, el descubrimiento de las niñeces y las adolescencias, los adultos que no protegen y la naturalización de tantas violencias. Por eso la gente se expresa, opina, grita: “castigo”, “cárcel”, “perpetua”. No hay más paciencia, duele demasiado vivir así, ser contemporáneos de tantas vidas interrumpidas por el odio y la barbarie.

No se soporta más el arrebato de la paz, los robos de cada día, el gatillo fácil, el perverso reloj que cuenta femicidios, el maldito contador de «casos», la paranoia en las noches, las desapariciones, pánico en las calles, salideras y entradas, alarmas, cercos electricos, gas pimienta, garitas, barrios cerrados, y justicia por manos propias. En las fotos y videos de Lucio y Fernando había un futuro hermoso, una vida por delante; además de asesinatos, la verdad más cruel, el horror que todo lo devora y que ya no queremos más, nunca más.

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